A Pesar
de Todo

Mercado Solidario de Rosario, en diálogo con A Pesar de Todo

I

En el manifiesto “A pesar de todo” se propone interrogar el vínculo entre “la Complejidad y el compromiso social”, pensamos que este interrogante se dirige a pensar en común  y de manera situada (más que en forma abstracta) cómo articular ambos polos en la medida en que la “complejidad” es una perspectiva gnoseológica de difícil acceso para las tipologías dominantes en la sociedad de consumo y porque justamente por las consecuencias del triunfo de ese tipo de sociedad del capitalismo algorítmico facilitan la lógica de la salvación individual por fuera de todo compromiso por lo Común; favorecidas también en buena parte por los fracasos de las perspectivas igualitarias.

Hablando de manera acotada desde nuestra práctica situacional, podemos compartir que nuestra organización cooperativa se conformó a partir de la potencia de la acción creativa común, el trueque (2001), experiencia que se consolidó con la producción de bienes y servicios de forma asociativa sin explotación de mano de obra. La conformación de la cooperativa y del almacén para la distribución sin intermediación comercial de los bienes de los socios productores y/o prosumidores fue un pasaje al compromiso del sostenimiento y cuidado de los bienes comunes y de la consolidación de infraestructura de uso común (como estanterías de exposición, heladeras, cocina, etc). Las actividades culturales como presentaciones de libros, muestra de arte y música, la creación de la Escuela de Literatura Aldo F. Oliva, se instituyeron como modo de vínculos que posibilitan la recreación de los inicios y del espíritu cooperativista de fines del siglo XIX, con al acceso mancomunado a la cultura a los fines de la recreación y la formación de lxs trabajadorxs libres asociadxs. Nuestra apuesta va más allá de la promoción del “consumo responsable” y desalienado, tratando de generar instancias participativas y comprometidas con formas alternativas de procurar “protección y alimentos” que todo grupo humano necesita, articulado, a su vez, políticamente con una multiplicidad de luchas por el Buen Vivir, entre ellas la defensa de los territorios, del agua y la tierra, sus humedales y bosques, atacadas sin miramientos desde la lógica de la acumulación del capital (que tampoco piensa más allá de esta “idea fija” desbastadora).

En fin, nuestras experiencias modulan y componen con las prácticas productivas colectivas sin patrón (reinventadas en nuestro país en 2001, retomando distintas experiencias que crecieron a la intemperie en diversos lugares y momentos de la historia), que “se piensan” como un sistema de afectos complejos con la naturaleza y el ambiente, de allí que estudien las alternativas agroecológicas libres de agrotóxicos con los que el agronegocio ataca la salud psico-física de las poblaciones. Muchos de estos aspectos se fueron conectando con diversos experimentos prácticos y lecturas praxísticas como la de Felix Guattarí en su discurso por las Tres Ecologías, ya que se trata de un intento por “eco-logizar” las relaciones sociales, el vínculo con el mundo natural y con sus resultantes “mentales”, si se quiere culturales en el sentido más amplio del término, entendiéndolas tanto como una crítica del estado actual del capitalismo mundial, como una prospectiva emancipatoria posible.

 

II

Potencia y Poder. Creemos que “nuestra” potencia ha radicado principalmente en la conformación de vínculos con otras experiencias cooperativas, movimiento sociales y campesinos que trabajan desde otra lógica de “poder” entendido más bien como potencia del actuar en común que como acumulación de espacios de gestión en el estado (la abrumadora mayoría de las veces por estos lares, esta acumulación de poder se entiende como necesaria para una posterior aplicación de un programa difuso que salvo momentos puntuales de entroncamiento con luchas intempestivas, como por ej. la del movimiento de mujeres, no logra un considerable mejoramiento de las condiciones de existencia de las mayorías y terminan cediendo a las imposiciones de la economía neoliberal). En este sentido, nuestra “Red de Comercio Justo del Litoral” puede medirse como una práctica minoritaria y situacional de la capacidad de autonomía para producir bienes y servicios de calidad social y ambiental por parte de quienes no son poseedores de capital, en primera instancia. En segunda instancia, la tarea rizomática ha sido la posibilidad cierta de intercambiar de manera solidaria (sin la lógica del comercio estándar) producciones comunes, con la posibilidad de hacerlas crecer de manera indefinida, disputando, a su vez, el sentido ampliamente dominante del modo de producción capitalista y sus múltiples consecuencias en los hábitos de consumo.

Esa potencia podría pensarse como un intento acotado de encontrar formas de vida que posibiliten darle nuevos sentidos a lo Común, rescatando tanto las formas de organización no estatal de algunos pueblos originarios (es decir no separados en clases antagónicas de poseedores y  desposeídos), como experimentando formas comunes de existencia dentro de la disputa de lo Estatal (que no puede ser soslayada bajo ningún punto de vista). En este sentido, más que por una disputa abierta contra las formas de dominación capitalista esta potencia puede ser pensadas como la revinculación del par voluntad/deseo en medio de una práctica compartida que se proponga crear nuevas sociabilidades.

 

III

Respecto a lo global o al todo, entendemos que en la realidad concreta de la Red de Comercio Justo del Litoral no puede pensarse su “totalización” como algo completo, sino como un proceso provisorio de constitución/desconstitución de lazos entre cooperativas, asociaciones civiles, movimientos campesinos y sociales, con el objeto de producir y distribuir de manera solidaria. De esta forma, tampoco se logra una totalización de espacios, ya que siempre existimos en un circuito permanente de creación de Nodos de Ventas, como por ejemplo el último que logramos por el esfuerzo colectivo de trabajo y capital social que armamos en el Taller El Obelisco, en la Quebrada de las Conchas, en Cafayate, Salta, en medio de una reserva natural que cuidan lxs compañerxs que habitan ese lugar con una ética en defensa de la vida y de los territorios. Sin embargo, este espacio no tiene papeles, ni permisos estables del Estado, más que el acuerdo voluntario de una política que se piensa en medio de la organización de un cuerpo colectivo y de sus vínculos afectivos no encerrados en lo individual sino abiertos a lo comunitario

 

IV

Cuadro históricos de la dicotomía social

Separación tareas femeninas/masculinas Separación del trabajo manual/intelectual función burocrática del estado, resultante de: Separación de poseedores y desposeídos de los medios de producción Separación de los poseedores de la capacidad de producción tecno-digital y de los “usuarios” unilineales de la tecnología (última fase la delegación de funciones del cuerpo biológicos en dispositivos tecnológicos facilitadores del proceso técnico)  

 

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