A Pesar
de Todo

Miguel Benasayag con el Papa Francisco.

Apertura en el Vaticano: Ni el alma ni el Hombre son suficientes para resistir la colonización algorítmica y hacerse cargo de una hibridación tecnológica/orgánica que requiere encontrar formas de alteridad

Miguel Benasayag fue invitado por el Vaticano al evento sobre educación World Leaders Summit on Children’s Rights, donde desarrolló algunos de los ejes que viene trabajando el colectivo A Pesar de Todo sobre las tecnologías digitales en el marco de una transformación antropológica que denominamos “época de la complejidad”.

El pensador argentino residente en Francia (dedicado a la neurofisiología, la filosofía y el psicoanálisis) tuvo la oportunidad de conversar con el Papa Francisco tras la publicación del libro ChatGPT non pensa (e il cervello neppure) –edición italiana de La inteligencia artificial no piensa (el cerebro tampoco)– de Miguel Benasayag y Ariel Pennisi, y luego de la publicación vaticana del documento “Antiqua et nova”, sobre los riesgos y desafíos que trae la IA.

Según consignan en Vatican News, “Miguel Benasayag articuló la necesidad de una escuela que resista a la colonización algorítmica. Si después de la palabra y la escritura, la ‘algorítmica’ es la tercera ‘revolución antropológica’ a la que asistimos, Benasayag se mostró preocupado por los cambios que está experimentando el cerebro humano ante el uso de la tecnología y pidió un esfuerzo para establecer nuestra alteridad con respecto a las máquinas”.[1]

Desde el colectivo A Pesar de Todo afirmamos que la hibridación entre la dinámica orgánica (que incluye lo corporal, lo histórico, lo cultural, lo subjetivo…) y el funcionamiento digital es irreversible. De modo que el principal desafío consiste en la recreación de un sentido, como tendencia interna en el marco de la hibridación existente, ahí donde la tendencia mayoritaria pasa por funcionar más allá de todo sentido. Por eso Benasayag identificó a la pedagogía por competencias como una de las formas que alimentan la colonización tecnocientífica de lo vivo; en tanto entrenan a los chicos para que éstos funcionen como segmentos dentro de la red de las máquinas. Es decir, que no se puede ser ingenuo respecto del “uso” de la tecnología, ya que el funcionamiento algorítmico y la intervención digital a todo nivel (consumo, salud, opinión pública, urbanismo, etc.) conforman una nueva casa que no sabemos bien cómo habitar.

Tras la denominada “muerte de Dios”, y el declive del Hombre como dispositivo que había sustituido al régimen religioso de occidente, las nuevas tecnologías ocupan el lugar de lo sagrado. Por eso, no solo resulta fallida la asimilación antropomórfica de la IA, sino que, en realidad, cada vez más las personas tienden a pensarse y funcionar a imagen y semejanza de la máquina. Lejos de la tecnofobia y muy cauteloso respecto de las miradas tecnófilas, Benasayag planteó la necesidad de asumir la hibridación para, desde ahí, seguir investigando y desarrollando prácticas capaces de experimentar la alteridad. Porque, como le dijo a Francisco cara a cara (de un ex militante del PRT-ERP a un jesuita ex Guardia de Hierro): “para establecer esa alteridad el alma no es suficiente”. La respuesta del ala más progresista de la curia no deja de resultar algo sorpresiva y gratificante: “por supuesto, para eso te llamamos”.

 

[1] https://www.vaticannews.va/es/vaticano/news/2025-02/vaticano-lideres-cumbre-internacional-derechos-ninos-presentacio.html

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